Pbro. Federico Maubach Krudwig
Ha recorrido nuestras misiones y ha sembrado en ellas la semilla de su buen ejemplo, de su abnegación y de su caridad, ha ganado muchas almas para el cielo, es sin duda, misionero según el corazón de Dios.
Ha recorrido nuestras misiones y ha sembrado en ellas la semilla de su buen ejemplo, de su abnegación y de su caridad, ha ganado muchas almas para el cielo, es sin duda, misionero según el corazón de Dios.
Sirvió con amor en las extensas parroquias del sur de nuestro país.
Durmieron a campo raso, con hambre, solo con la única ilusión de llegar a las comunidades indígenas para alimentarlas con el pan del Evangelio.
Mientras servía en Talamanca, cruzó la cordillera para visitar nuestros territorios, concretamente: Térraba, Boruca y Buenos Aires.
De temperamento vivaracho, independiente, inquieto… el aire informal y libre del ambiente indígena siempre le encantó.
Con corazón de niño y valor fiero e inquebrantable, prendas que no siempre se hallan juntas, lo enaltecían sobre manera.
La poca consideración que se tenía a sí mismo cuando de hacer el bien a sus semejantes se trataba, fue la causa de que contrajese la grave enfermedad que lo llevó al sepulcro en poco tiempo.
Primer sacerdote ordenado para la recién formada Congregación Franciscana de Cristo Obrero.
De marcado espíritu franciscano, entrega su vida como Maestro de Novicios en la reciente congregación fundada, de los Franciscanos de Cristo Obrero.
Sirve con pasión y olor a santidad entre los indígenas y más necesitados, los últimos años de vida sin perder su entrega y amor, los vive con paciencia mientras un cáncer poca a poco mina sus fuerzas.