Era el 27 de julio de 1996 cuando bajo una intensa lluvia peregrinaba el grupo de Romeros de Coto Brus, para aquel año serían los Romeros del Sur de Costa Rica, pues sólo este grupo de casi 150 peregrinos, salían de aquellas tierras benditas de nuestra patria.
Como todos los años, salieron llenos de ilusiones y con su mirada fija en la casa de la Negrita en Cartago; si bien es cierto, cada romería tiene sus particularidades y retos, jamás nadie pensaría cómo aquella peregrinación quedaría por siempre grabada en la retina y el corazón de quienes la vivieron e incluso de quienes al pasar los años han conocido la historia, una romería distinta que tendría por final incluso el mismo templo de San Vito.
Hoy, a los 20 años de aquel día, queremos junto a testigos vivientes de la época, dedicar unas líneas a lo que sin duda constituye un milagro de Dios por medio de la intercesión de la Negrita. Esa fría y tenue mañana, a pesar de que todo estaba debidamente dispuesto y planeado, por razones meramente humanas, las llaves de la escuela que serviría de refugio no aparecieron y luego de algunos intentos, se supo que el refugio de tantos años no se prestaría…; pero, tendrían que pasar algunas horas para entender que las aparentes razones humanas eran intervención de la Madre del cielo.
Al ser las 7:00 am fue notificada María Ester Elizondo de esta situación, y aunque la desesperación se asoma, intenta con calma resolver lo ocurrido; recuerda María Ester que fue sin duda “una experiencia dura el huracán César… seguro Dios dice que necios son…”, señala con una tímida sonrisa al recordar cómo no entendía en el momento lo que sucedía, no se comprendía de momento el tener que buscar un refugio de emergencia, en condiciones poco preparadas y sobre todo el tener que pedir a los romeros avanzar más kilómetros ese día, hecho que molestó a varios de ellos, pues implicaba mayor esfuerzo del que se había conversado en las sesiones de trabajo.
De pronto, el huracán César hace de las suyas, colapsan las vías tanto para el Sur como para la capital y la Comisión Nacional de Emergencia pide que los romeros sean retirados de la carretera, es así como la cola de romeros esa tarde es trasladada al improvisado refugio, y al pasar por el puente del Río La Unión, se constata que no es nada favorable lo que se espera para esa noche y madrugada.
Al ser las 9:00 pm recuerda María Ester como “llegan vecinos y nos piden que con la unidad de la Cruz Roja se pueda monitorear e intentar hacer algo por los vecinos, pues por el río está bajando palos, ganado, carros, árboles… eso es tremendo y ya no hay paso por el puente; los compañeros de asistencia y Cruz Roja se van y regresan a la 1:00 am y me dicen evacuamos todas las casas, solo en una casa nadie nos abrió, seguro no había nadie”. Seguidamente, este grupo de valientes servidores, se aprestan a descansar luego de practicar el Evangelio.
Pero ahí no acaba la historia, a las pocas horas nuevamente son llamados los cruzrojistas, los vecinos informan que al ser las 3:00 am la estructura del puente había hecho un tapón y al ceder había arrasado la escuela local; precisamente, el lugar que se había tenido por refugio y que por problemas de llaves los romeros no habían utilizado.
Pero el gran milagro de aquel día no había sido el hecho de que por intercesión de la Virgen María más de un centenar de romeros se habían librado de la inminente muerte, sino que con esa noticia se conoce también que unos niños (de la casa donde nadie abrió) se encontraban en una isleta; razón por la cual sin esperar a más, “nuestros cruzrojistas arriesgan la vida y son los niños que son salvados de la eminente muerte”, señala María Ester Elizondo.
Hernán Quirós de Pavas y Romero de Coto Brus en aquel momento, hoy veinte años más tarde peregrino desde Río Claro; muy cerca de aquel lugar y con una mirada fija que sin duda revive cada segundo, no titubea en decir que aquella noche “es la experiencia más viva y el milagro más latente que podamos tener todos los romeros, ese día sucedió un milagro”. “Creo que ser uno de esos sobrevivientes de esa romería, es algo inexplicable y no se puede borrar”. Pero, también nuestro hermano Hernán hace referencia, que ese milagro fue más allá de los romeros, porque “nosotros estábamos ya en el refugio…, pero esa noche unos niños estaban en una pequeña isleta formada por una roca, entonces no fue solo el hecho de salvarnos la vida, sino que nos puso en el camino para salvar a esos niños, fue un rescate que nunca podré olvidar, tuvimos que tirar la cuerda al otro lado y confiar en la capacidad de esos pequeños que a pesar de los nervios y de su soledad pudieran amarrar la cuerda a un palo y la amarraron tan bien que nosotros pudimos pasar al otro lado, y entonces al llegar, la amarramos para pasarlos uno a uno”.
Al terminar, no podemos olvidar que en aquella oportunidad, lamentablemente algunas personas de la localidad murieron, pero como señala Roberth Blanco miembro de la Comisión de Romeros de Coto Brus “son tantas cosas, son tantos milagros…, depende del color con que usted quiera verlo o ponerlo; pero las cosas que han sucedido…, hay tantos milagros, hay tanta bendición que se puede sentir tanto la mano poderosa de Dios y el manto de nuestra Madre Santísima cubriendo la romería”.