Diócesis de San Isidro celebra a su santo patrono

Hoy 15 de mayo, la Iglesia celebra a San Isidro Labrador, el cual es patrono de nuestra Diócesis de San Isidro. Aunque son pocos los datos biográficos de este santo, la historia cuenta que vino el mundo en una familia humilde, poco antes de la reconquista de Madrid, en la calle de las Aguas; habría quedado huérfano muy pronto lo que hizo que desde joven trabajara por su sustento como pocero y como labrador.

La historia cuenta también, que para el año 1119 volvió a Madrid donde trabajo como jornalero y agricultor al servicio de Juan de Vargas, estableciendo su posada junto a la iglesia de San Andrés, donde oía misa todas las mañanas antes de emprender sus labores en el campo, práctica que realizó hasta su muerte en el año 1130.

Su beatificación tuvo lugar el 14 de junio de 1619 por el Papa Paulo V, el 16 de junio de 1622 el Papa Gregorio XV lo canonizó, ratificando ya el sentir del pueblo que lo tenía por santo mucho tiempo antes.

En la homilía de la Eucaristía que presidió hoy por la mañana Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña Obispo de San Isidro, precisó que, «en San Isidro se cumple aquello que dice la Palabra: ‘aquel que se humilla será enaltecido’; San Isidro es un hombre que nos ha enseñado tanto con su sencillez y con su humildad, con su amor a Dios y su inmenso amor al prójimo, con su rectitud de vida, su honestidad y sinceridad».

En la particular Eucaristía de hoy, celebrada a puerta cerrada por razones de la pandemia del Covid-19 que flagela al mundo entero, el obispo de San Isidro continuó enseñando sobre la enseñando de San Isidro a la luz de la Palabra: «lo que agrada a Dios es practicar la justicia, amar y vivir la lealtad, y caminar humildemente delante de tu Dios».

Y añadio: «lo que agrada a Dios no son sólo las acciones esporádicas o las visitas a un templo, es el cómo vives tu vida, es tu vida, y si practicas las cosas que a Dios agradan; todo lo demás se debe, pero agrada a Dios en la medida en que se practique lo otro, sino son ritos vacíos y liturgia hueca».

Al referirse a la justicia, Mons. Montero presisó que «la justicia es que cada uno reciba lo que merece, cada uno reciba lo que le toca, que por culpa nuestra nadie pase necesidades, que se reconozca cada uno de los méritos que se tienen, que se reconozca a Dios su lugar, el lugar que le corresponde; sin la práctica de la justicia ninguno de nosotros puede ser agradable a los ojos de Dios», acotó.

Así mismo, el obispo añadió que la lealtad, es entre otras cosas «no tener doble cara, es decir las cosas como son, es ser fiel a los compromisos religiosos y fiel a la amistad»; y con particular vehemencia, indicó: «muchas veces hemos caminado delante de Dios con orgullo, y delante de Dios se requiere saber que somos pecadores, debemos caminar con sencillez delante de Dios, y es preciso entonces aceptar los errores».

Finlamnete, Mons. Montero, agregó: «San Isidro nos hace pensar en los campesinos, los trabajadores y labradores de la tierra, San Isidro es uno de ellos, es un modelo extraordinario para ellos; hoy debemos pensar en esas personas que nos alimentan, personas que son muy poco reconocidas, muy poco apreciadas, muy mal pagados, con muy pocas seguridades sociales, con salarios de hambre como los hay y abundan todavía en Costa Rica. ¡Vergüenza para nosotros! San Isidro, primeramente bendiga a ustedes en su trabajo, y a nos nosotros, a la sociedad y al gobierno nos ayude a no descuidar el campo, la tierra y el trabajo de la tierra que es sagrado para todos»

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