La mañana de este sábado 20 de julio, la Diócesis de San Isidro se llenó de júbilo con la Ordenación Diaconal de los jóvenes Andrés Iván Monge Fallas y Greivin González Méndez, el primero originario de San Isidro de El General, y el segundo procedente de Río Claro.
Gran cantidad de fieles, venidos de muchos lugares, especialmente de las parroquias de origen de los ordenandos, así como de las parroquias de Boruca y Platanares donde ejercían su actividad pastoral, colmaron con gran alegría la iglesia Catedral, para celebrar con gozo junto al clero esta gran fiesta.
Durante la homilía, Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña obispo diocesano, reflexionando entorno al don del ministerio, dijo a los presentes: «es una dignación de Dios que los llamó a participar en el ministerio ordenado, es algo que nadie puede imponer o comprarlo, es una gracia infinita».
Y refiriéndose a los entonces acólitos, precisó: «para ustedes tiene que ser un momento muy importante, un motivo de gran alegría, sean bienvenidos al clero diocesano, entran a formar parte de una familia donde todos debemos ser hermanos y ustedes por llegar de último no son menos importantes, son sangre nueva y motivo de esperanza».
«Estarán al servicio de la causa de Dios y de su Reino, por tanto, de la salvación de nuestros hermanos… Les ruego tomen en serio lo que dice esa segunda lectura, que impulsados por el Espíritu como el mismo Cristo, pasa por el mundo haciendo el bien, que se diga de nosotros que pasaron por el mundo haciendo el bien, que nunca se comprometieron con el mal o con la mentira, con la injusticia, que no quisieron vivir para sí mismos como simples egoístas, sino personas que se dedicaron como Jesús a hacer el bien», precisó con vehemencia Mons. Montero.
Y visiblemente conmovido, el obispo recordó a los futuros diáconos la exigencia del ministerio, precisando: «somos defensores del bien, de la justicia y de las mejores causas de la humanidad, no podemos vendernos a ninguna otra causa por más que nos paguen, nos amenacen o nos maten… Jesús encaminándose a la muerte dice, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si muere y se deshace produce fruto; ese, es el sentido de un ministro, no está al frente para que sea el espectáculo, no nos ordenamos para hacer un show ni para que la gente nos admire y nos alabe, nos ordenamos para que como el trigo sepamos perdernos a nosotros mismos, ocultarnos en el corazón de Cristo y desde allí morir a nosotros mismos, hasta perder la vida para salvarla… El mundo no ganará absolutamente nada por una fotografía linda, el mundo ganará cuando sienta los frutos de sus sacrificios, de su anonimato, muriendo a sí mismos para que surja el fruto abundante», puntualizó el prelado.
Al finalizar la celebración eucarística, Mons Montero manifestó el deseo de que los nuevos diáconos continúen ejerciendo su acción pastoral en las parroquias donde se encontraban, hasta nuevo aviso.