Con la esperanza puesta en el Dios de la Vida, hemos recibido la noticia de la partida de don Carmen Vargas; en octubre del 2016, un equipo de Radio Sinaí 103.9 FM tuvo la oportunidad de viajar hasta San Carlos de Tarrazú para lograr una entrevista con este insigne poblador tarrazuseño y servidor de la Iglesia. Hoy, ante su partida al cielo, queremos hacer recuento de las enseñanzas que nos dejó este fiel testigo del amor de Dios, y que conservamos cual tesoro de aquel material titulado Yo te elegí.
En aquella oportunidad, fuimos recibimos en su casa de habitación ubicada entre los cafetales pintorescos propios de la Zona de los Santos, nos esperaba paciente y alegre nuestro invitado, quien a sus 96 años de vida se convirtió para nosotros en una cátedra de respuesta a Dios por su vasta experiencia de 70 años de servicio en la Iglesia; sus primeras palabras fueron de bendición a Dios por la oportunidad de compartir con este equipo, luego nos dijo que nació en “San Lorenzo, ahí nací…, un 10 de Abril pero no me acuerdo el año…, fuimos 11 hombres y dos mujeres.., muy linda la gente, era poca gente pero era de mucho respeto, a mí me parece que se ha perdido un poquito el respeto, me parece, no de todos, no hay que ofender, pero si se perdió un poquito eso…”, recordó con dolor y con gran respeto, cualidad que identificaba muy bien a nuestro querido don Carmen.
Esa tarde de sol, don Carmen recordó también que “el otro día, aquí (San Carlos de Tarrazú) no se celebraba misa, tenía uno que ir a San Marcos para oír misa en San Lorenzo que era de año a año, al tiempo el padre dijo que era mejor de mes a mes que se celebraba misa”; y es aquí donde don Carmen se encargará con gran esmero y dedicación para servir al sacerdote llevando bestias y preocupándose en todo lo que tenía que ver con su alimentación y hospedaje. Para él, Dios está primero, por eso nos dio una gran enseñanza al decirnos que caminaba mucho para ir a misa, 17 Km para poder encontrarse con Dios, porque “lo espiritual es el mayor tesoro, pero como todo tesoro debe ser cuidado, y eso implicará lucha y esfuerzo…, la gente le ponía mucha atención a la misa, ahora también, pero como que se ha perdido un poquito eso de tener bastante devoción a las cosas espirituales”, enfatizó.
Es ahí donde surge su tarea de mayordomo; recordó en aquel momento diciendo: “querían poner a mi papá de mayordomo y mi papá les dijo yo no sirvo, la Junta Edificadora quiso poner a mi papá, y papá dijo, para eso, tal vez sabe cuál puede servir, Carmen, Carmen si puede servir, y entonces me pusieron de mayordomo”. Luego, sirvió también como delegado de la Palabra, al respecto decía: “muy bonito es servir al Señor, serví como 40 años de delegado de la Palabra, celebraba todos los domingos…, ahí me ponen a mí a explicarlo, pero yo me agarro de María y del Espíritu Santo, así explicaba un poquito, muy bonito era todo…”
Quienes conocimos a don Carmen, sabemos que nunca pudo excusas para servir a Dios y a sus hermanos, mientras nosotros hoy ponemos muchas veces miles de pretextos para intentar justificar nuestra pereza o nuestra falta de amor; es por eso que no puedo dejar pasar un pactante detalle que él mismo nos contó, él no sabía leer y sin embargo así por años alimentó con la Palabra de Dios a un pueblo sediento y fervoroso: “yo me agarraba de María y del Espíritu Santo, y explicaba un poquito, mucho no porque uno no sabe, pero si yo trabajaba con el finado Herman, el hacía la lectura pero el comentario no, nunca hizo el comentario del Evangelio, a mí me ponía el comentario de Evangelio, así trabajamos muchísimo tiempo; yo no sé leer, el finado Herman andaba conmigo por muchas partes, anduvimos de esa forma, él me leía el evangelio, uno lo practicaba un poquito, y ya cuando íbamos, ya yo tenía una idea de lo que iba a decir”, recordó con alegría aquel fiel discípulo de Jesús y servidor abnegado.
Ante su partida, recordamos aquellos consejos que hoy más que nunca adquieren atino y se convierten en fuertes llamadas de atención, ese día nos dijo: “con el servicio a la Iglesia nos vamos purificando, nos vamos preparando para la vida eterna, yo le serví tanto tiempo a la Iglesia, la Iglesia somos nosotros, a la Iglesia serví muchísimo”; y refiriéndose a su propia comunidad de San Carlos de Tarrazú, señaló: “yo veo claramente a la misa va mucha gente siempre, hay algunos que van y no escuchan la Palabra del sacerdote, pero son pocos nada más, la gente tiene devoción… son muy unidos…, sin Dios no somos nada, Dios es el que nos gobierna y el que nos da todo, sin Dios no somos nada y con Dios somos bien, tenemos de todo si creemos en Dios y la Virgen María”, precisó.
Así, cómo no terminar esta nota de homenaje póstumo a Don Carmen, sin recordar su testimonio eucarístico, las palabras que salían del corazón con esa voz pausada y segura decían de una vida de testimonio real, “cada día más fe a la misa y a la comunión, uno mismo se pone a pensar cuando uno va a la comunión, y se pone a premeditar: ¡ay! quién soy yo para que venga mi Señor al corazón mío, se pone uno a premeditar eso, quién soy yo para que venga el señor a mi corazón”, indicó.
¡Que descanse en paz!