Este domingo 24 de octubre, en el contexto de la Eucaristía del DOMUND, la Diócesis de San Isidro vivió también el envío de la Comisión Diocesana que estará organizando la Gran Misión Nacional, dicha celebración tuvo lugar a las 10:00 am en la Catedral de San Isidro de El General, y estuvo presidida por el obispo diocesano Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña.
Según nos comentó el Delegado Episcopal para las Misiones, el Diác. Jorge Andrés Sancho Arrieta, la celebración contó con la presencia de un buen número de feligreses, quienes unidos a los que siguieron la transmisión por los medios de comunicación de la Diócesis, fueron testigos del envío de 10 personas que integran esta comisión, y que tendrán como primer gran tarea la preparación del material.
Esta comisión, está integrada por personas procedentes de diversos ambientes de la Diócesis y de la vida social, entre ellos destacan un adolescente y un joven; este adolescente «está lleno de carisma y lo pone al servicio de Dios, es una persona que ha sabido ir aprovechando la tecnología, y como el Beato Carlo Acutis desde la línea misionera evangelizar; el joven es del campo y con gran capacidad de liderazgo, él compartirá desde su experiencia del campo, ligado al trabajo de finca para sacar adelante junto a su madre la familia, tras la muerte de su padre», acotó el diácono Sancho.
«Esto, junto con la experiencia de aquellos que se han preparado en el campo de la misión, queremos que toquen las realidades más extensas de nuestra diócesis; por eso, Mons. Montero nos invitaba a no desfallecer, a seguir adelante aunque el cansancio llegue, y a marcar una pauta en las vidas de los cristianos», recordó el delegado episcopal.
«La misión tiene que encender el fuego de las personas, ese fuego abrasador, ese fuego que como decía San Alberto Hurtado: enciende otros fuegos; porque en la misión, estamos todos llamados desde el Bautismo, lo que pasa es que ha quedado ahí como la cenicienta de la vivencia pastoral, se identifica muchas veces sólo en salir a las grandes periferias y pueblos perdidos, y hemos olvidado precisamente de que nuestra propia familia, nuestra realidad más cercana también es una tierra de misión», puntualizó Sancho Arrieta.
Y agregó: «Yo tengo que encarnar e integrar en mi vida precisamente todo aquello que es misión, es dar testimonio de un Cristo que está vivo, que está resucitado, un Cristo alegre, un Cristo que se muestra compasivo con todas las personas, un Cristo que asiente con cada uno de nosotros, es un Cristo que vive en nuestra realidad, que vive nuestro dolor, que vive nuestro sufrimiento y por eso sale a nuestro encuentro».
«No podemos callar lo que hemos visto y oído, tenemos entonces que propagarlo con nuestra vida, dando testimonio de la Palabra de Dios con nuestra vida, haciendo de nuestra vida evangelio vivo, haciendo de nuestra vida un testimonio para los demás…; un corazón que se ha encontrado con la persona de Jesucristo es un corazón que contagia alegría, es un corazón que no puede callar nunca lo que lleva dentro», señaló el diácono.
Por eso, debemos «cuidar, valorar y retomar el kerygma, volvernos a encontrar con esa persona viva de Jesucristo, volvernos a convertir en esa María Magdalena de la mañana de la resurrección, saliendo a pregonar que Cristo está vivo; y que ojalá, para el 2023 ya habiendo superado la pandemia, se pueda ver también la alegría de la resurrección en medio de la misión», finalizó Sancho.