Como nos lo narró el P. Jesús Piedra Barboza, sacerdote del presbiterio de la Diócesis de San Isidro, “una mañana atípicamente nublada en Roma, fue el marco de un momento histórico en la vida de la Iglesia, la celebración exequial de pontífice emérito presidida por su sucesor; este momento histórico parecía ser eco de las palabras del evangelio según San Mateo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella.”
La sobriedad y solemnidad con la que los ritos fueron dándose paso uno tras otro, dejaba de manifiesto que el ministerio de Benedicto XVI, marcó la vida de miles de pastores presentes en esta fría mañana delante del altar para despedirle y encomendar su descanso a Aquél que, con justicia, durante su vida pudo llamar su amigo, Cristo Nuestro Señor; al mismo tiempo, que el pueblo agradecía su ejemplo y humildad, características que marcaron toda su vida.
“A esta liturgia que proclama el misterio de Cristo vencedor de la muerte, la naturaleza entera se sumaba no solo manifestando con aquella neblina un misterio que acercaba el cielo a la tierra, enseñando así que tenuemente en el velo de la humanidad se dejaba ver la grandeza de la revelación; el signo de una cruz iluminada en medio de la neblina en lo alto de la cúpula de la basílica de San Pedro, marcaba el camino que invitaba a levantar la vista a lo alto, de donde viene nuestro auxilio, recordando así que quienes mueren en el Señor, mueren con la certeza de la resurrección”, precisó Piedra Barboza, sacerdote estudiante de último año de Liturgia.
“El ministerio y las enseñanzas que Benedicto XVI deja son ahora más elocuentes, y serán para la Iglesia un testimonio de que la fidelidad es posible hasta el final, y que el amor es capaz de vencerlo todo, la imagen histórica del ministerio petrino que nos heredan el día de hoy es elocuente, el cuerpo de un pontífice emérito que yacía a los pies del pontífice en ejercicio, son el vivo testimonio de que el poder de la muerte no prevalece contra la Iglesia, Cristo pastor supremo seguirá hablando y su Palabra no dejará de habitar entre nosotros. La conclusión de la homilía del Papa Francisco, no solo son resumen de la vida de su predecesor, son también una invitación a quienes peregrinos en esta tierra caminamos hacia el paraíso: fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, recordó el Padre Jesús.
En este día histórico, los Obispos de Costa Rica quisieron también unirse mediante una Eucaristía en sufragio por el Papa Emérito, esta misa presidida y predicada por Mons. Bruno Musaró, Nuncio Apostólico en Costa Rica, se celebró al ser las 11:00 am en la Catedral Metropolitana en San José; durante la homilía, dijo: “el día de su elección a Sumo Pontífice, presentándose al mundo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, se declaró un humilde trabajador en la viña del Señor. Así efectivamente lo recordamos en los casi diez años como Obispo de Roma, Sucesor del Apóstol San Pedro, Vicario de Jesucristo en la tierra”.
Finalmente, al ser las 6:00 pm, Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de San Isidro, presidió la Eucaristía en sufragio por el Papa Benedicto XVI en la Catedral de la Diócesis sureña, y durante la homilía, precisó: “debemos avanzar, aunque casi no veamos, como entre sombras, guiados solo de la fe en Cristo Resucitado y animados de una grandísima esperanza y de un amor muy encendido a Él […] Él siempre nos dará la gracia para responder con fidelidad a lo que nos ha llamado. Igual que lo hizo un día a los discípulos, al Papa Benedicto XVI y a cada uno de nosotros hoy, nos sigue invitando a lanzar las redes, a trabajar por El Reino de Dios con mucha valentía y fortaleza, con la convicción absoluta de que Él siempre estará a nuestro lado en la misión”.