Jubileo de Misericordia para la Vida Consagrada

        Este 3 de septiembre se dieron cita en la ciudad de San Isidro de El General, gran parte de los religiosos de nuestro país para celebrar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia para la Vida Consagrada.

        Un buen grupo de alegres consagrados, hombres y mujeres, caminaron decididos mientras rezaban el Santo Rosario y cantaban al Señor que les eligió; así, presididos por la cruz y la presencia del obispo emérito Mons. Hugo Barrantes, estos religiosos dieron testimonio de fe mientras transitaban por las principales carreteras de la ciudad que se admiraban por lo multi-colores que recordaban los diversos carismas de servicio en la vida eclesial.

        La actividad que dio lugar minutos después de las 10:30 am en el templo de El Calvario, albergó los buenos deseos de peregrinar en ejercicio espiritual del mandato evangélico de hacer experiencia de misericordia, como aquella que supo tener el padre de aquel hijo pródigo. Ahí, Mons. Barrantes recordó a los presentes que al llegar a la Catedral se entraría por la Puerta Santa, que “curiosamente era la más angosta, porque la puerta del cielo no es la ancha sino la angosta”.

        Ya en la Catedral se celebró la Eucaristía; en su homilía, Mons. Barrantes recordó la importancia de la «vida consagrada y su presencia en la evangelización», al tiempo que señaló cómo se hace necesario hoy hablar de la vida consagrada “porque para muchos es un cuerpo extraño”, pero este estilo de vida ha de ser algo valorado porque no olvidemos que “el seguimiento de Jesús es esencial en la vida consagrada y esta es la norma suprema de la vida consagrada”.

        “Jesús es el que tuvo un estilo de vida pobre, servidor y obediente, por eso Cristo es el modelo de vida consagrada y por eso San Pablo dice que Cristo es la perla preciosa, el único tesoro, al punto que lo demás en basura”, esto es la gran enseñanza de los religiosos hoy, indicó.

        Durante este Jubileo, el obispo emérito no escatimó en reconocer a los religiosos los grandes esfuerzos por la evangelización que realizaron en el sur, porque “éste es un territorio misionado por los religiosos”; al tiempo que recordó que “en la Iglesia, le debemos muchísimo a los religiosos en este campo”. Ahí citó grandes congregaciones que se desgastaron por la evangelización, recordando los viajes pastorales y misioneros de Mons. Thiel y otros.

        También, rescató en la actualidad, los grandes aportes de la familia religiosa en el mundo educativo, señalando que “la auténtica educación debe estar centrada en la persona humana, colaborando en la formación de la conciencia, siendo servidores del evangelio y fervorosos como los santos”.

        Mons. Barrantes prefirió no terminar la homilía sin señalar antes dos campos esenciales de la vida eclesial, entre ellos el aporte de los religiosos “al servicio de los más pobres y débiles, al servicio de los descartados de la sociedad”, ahí se percibe a Dios. Finalmente, hizo especial énfasis al aporte de la vida contemplativa en favor de la misma Iglesia, y la bendición de contar ya en cinco diócesis con presencia de esta fiel oración.

        Terminó haciendo un llamado a “abrirnos con esperanza al futuro, porque lo que viene, viene de Cristo Resucitado y no de nuestras manos…, la vida consagrada don del Padre por medio del Espíritu a su Iglesia, constituye un elemento esencial para su misión… Donde el Espíritu Santo es el protagonista, sin él no hay evangelización. Tengamos confianza porque el Señor estará con nosotros hasta el fin del mundo”, indicó.

        Etiquetas

        Deja una respuesta

        Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *