Durante el tercer momento de trabajo en el Foro Laudato Si’, el Sr. Ronald Chang del Área de Conservación Amistad Pacífico, señaló que el deseo es «que se tome conciencia y se haga el propósito de ser agentes multiplicadores», de una voz que a todos nos preocupa.
«Es necesario ver el tema ambiente pero de una manera integral, porque es preciso ver la realidad y ser conscientes que no podemos quedarnos sólo con los elementos económicos o sociales sino ponderar los impactos ambientales y también del desarrollo de los pueblos», precisó Chang.
Al mirar la realidad, encontramos en la Región Brunca datos que con toda claridad determinan el reto que se tiene en esta materia, «12500 hectáreas de piña que generan problemas de agroquímicos y erosión de sedimento, 3250 hectáreas de caña que producen no sólo erosión y sedimento sino contaminación de aire y suelo, 18000 hectáreas de palma africana que daña los mantos acuíferos, 15000 hectáreas de café a veces con efectos en el tratamiento de las aguas y más de 190000 hectáreas de pasto que en muchas ocasiones ocasionan inestabilidad de los terrenos», apuntó.
Lo anterior no se puede ignorar, pero debemos tener claro que se trata «del sostén de la región, por lo cual se requiere un equilibrio, de tal manera que debemos impactar lo menos posible y generar así alternativas de desarrollo en pro de la conservación del medio ambiente», acotó Chag.
Otro de los panoramas regionales que hacen crítico este tema del verdadero desarrollo y cuido del ambiente, pasa por «el aprovechamiento ilegal de recursos naturales, como las orquídeas, helechos, uso de lanas, palmitos, madera y fauna; por tanto, se requiere hacer un trabajo serio y sostenible de manejo en Costa Rica», precisó el personero del MINAE. Lo anterior, unido a otras prácticas igualmente trágicas como la siembra de marihuana en terrenos protegidos, o el mal manejo de la basura por parte de la población.
Sin embargo, Ronald Chang recordó que no todo es negativo, pues como región podemos rescatar que «la zona de Talamanca es conocida como la última frontera, siendo esta zona con más de un millón de áreas protegidas y esto es un priveligio, por eso nosotros tenemos que proteger las fábricas de agua», argumentó.
Por eso, «son los bosques donde podemos experimentar esa paz de Dios y eso es conocimiento indígena que podemos experimentar y valorar», finalizó Chag.