El mes de agosto se ha caracterizado a nivel eclesial por estar dedicado a la reflexión en torno a la familia, a la concientización de su papel fundamental como célula de la sociedad, como cuna de valores morales y cristianos, y como semillero de vocaciones.
Con motivo del mes de la familia, y en el contexto del Año de la Misericordia, en nuestra Diócesis de San Isidro se organizaron peregrinaciones a nivel de las vicarías para obtener la Indulgencia Plenaria, y la Vicaría San Juan Diego no fue la excepción; la Comisión Vicarial de Pastoral Familiar conformada por agentes de evangelización de las parroquias de Boruca, Potrero Grande y Buenos Aires organizaron junto con sus respectivos sacerdotes un Jubileo para las Familias.
Para dicho jubileo, celebrado este domingo 21 de agosto, se organizó una peregrinación que tuvo su escenario en cuatro puntos estratégicos, las comunidades parroquiales de Boruca y Potrero grande tuvieron programada su llegada a los sectores de San Carlos y El Ceibo desde donde peregrinaron hacia el templo parroquial de Buenos Aires donde se encuentra la Puerta Santa; mientras tanto, la parroquia de Buenos Aires organizó a sus fieles por sectores para la peregrinación de modo que partió una peregrinación desde la comunidad indígena de Ujarrás, otra de la comunidad también indígena de Salitre, y los demás sectores se unieron a las parroquias de Potrero Grande y Boruca.
Ya que el énfasis de la peregrinación fue convocar a la familia, en los distintos puntos de peregrinación se pudieron ver a los papás y mamás caminar junto con sus hijos, sin importar su edad, adolescentes, jóvenes o niños de brazos e incluso bebés en sus carritos, todos peregrinaron, y lo más importante oraron y participaron de la animación y cantos, pues hasta hubo palmas y aplausos para externar el gozo de la fe y la vivencia de la misericordia.
Durante la Eucaristía que fue presidida por Mons. Guillermo Loría Garita en el Salón Parroquial de Buenos Aires, los sacerdotes de la zona estuvieron administrando el Sacramento de la Reconciliación para todos aquellos fieles que sentían la necesidad del perdón.
En la homilía, Mons. Loría, obispo emérito de nuestra diócesis, señaló que “en el contexto de este Año de la Misericordia, el Papa Francisco nos ha invitado a vivir con gran intensidad espiritual, pues él quiere apoyar, suscitar y motivar la conversión personal, la conversión familiar, y la conversión pastoral de la iglesia”. Y esto debe manifestarse en “actitudes y obras”.
Por esta razón, puntualizó que este año de la misericordia debemos vivirlo en tres momentos “reflexión, oración y acción… donde este último punto es muy importante porque la Iglesia tiene que ser más misericordiosa, ante un mundo que vive en injusticia, hambre y miseria, donde no hay amor, fraternidad y solidaridad”.
Mons. Loría, hizo un llamado a las familias “a no perder su identidad de ser iglesias domésticas, hoy podrías decir, de ser santuarios de la misericordia; hay que tomar conciencia que hoy hay ideologías que tienden a destruir las familias cristianas y que hacen perder a la familia el verdadero sentido, significado y valor de la familia”. “No podemos perder el sentido cristiano”, señaló con vehemencia.
“No podemos perder el verdadero sentido de la vida…, no podemos caer en el relativismo”, predicó con firmeza. Con el Documento de Aparecida indicó que “la familia es patrimonio de la humanidad, que constituye uno de los tesoros más importante de los pueblos latinoamericanos, la familia es escuela de fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida nace y se acoge generosa y responsablemente”.
Por eso, finalizó diciendo que “la familia es insustituible porque responde al plan de Dios”, para ello recordó que “la Pastoral Familiar intensa y vigorosa es indispensable en la vida parroquial, donde no sólo el sacerdote es responsable sino todo el pueblo”. Vivamos la unidad, en medio de las alegrías y consuelos, sigamos peregrinando en la vida, como lo hemos hecho hoy.