Este 01 de marzo, Mons. Fray Gabriel Enrique Montero Umaña celebra su 4° aniversario de ordenación episcopal, que recibió en la Catedral de San Isidro por la imposición de manos de su predecesor Mons. Guillermo Loría Garita.
Con gran gozo, el presbiterio de San Isidro, en el contexto del Retiro Espiritual que vive en el Centro Pastoral Hna. Inés Teresa Arias ubicado en Moravia, ha celebrado la Eucaristía este jueves al ser las 7:00 am, teniendo por especial intención este aniversario.
Durante la celebración, que fue presidida por el mismo obispo Montero, predicó su hermano de comunidad religiosa el Pbro. Fray Jorge Dobles, quien durante la semana acompaña al presbiterio como predicador del retiro; éste, haciendo relación del acontecimiento a las lecturas del día, durante la homilía señaló: “todo apunta a la extrema necesidad que tenemos nosotros como sacerdotes de compartir lo que tenemos, simple como eso, compartir lo que se tiene para que la vida no se vuelva un infierno torturante”.
“Me parece que en la elección de Fray Gabriel Enrique, lo que realmente ocurrió es que nosotros, clero y orden, aprendimos a compartirnos un buen hermano, lo añoramos, lo echamos de menos, por supuesto, pero nosotros sabemos que el mejor regalo que la orden pudo haberle hecho a este clero, por designio providencial, fue el mismo Enrique, porque nosotros los frailes tenemos clarito que cada hermano siempre es un regalo para el otro, y cuando se trata de alguien que nos ha enseñado tanto, que nos ha acompañado a tantos, pues desprendernos de él para dárselo a un clero fue una especie de despojo, pero que ya no nos duele, no nos duele porque sabemos, porque intuimos, el bien que él está realizando y sobre todo la forma en que ustedes lo están educando a él”, recordó el fraile y sacerdote de apellido Dobles.
Al recordar la responsabilidad y el reto del ser obispo, este fraile señaló: “ser obispo hoy no es una ganga, yo no puedo entender a un clérigo que lo anhele, que luche por eso, que lo busque conscientemente, que manipule los acontecimientos o que fuerza la realidad para colocarse en semejante sitial; eso es como el martirio, eso no se busca, si llega, llega”.
Y con sabias palabras, Fray Jorge agregó: “nefasto sería para cualquier elegido olvidar que el pobre es el lugar teológico por excelencia, que el pobre es el lugar donde un obispo siempre se encontrará con su Dios, los sacerdotes que le colaboran siempre tendremos en el pobre nuestro propio lugar de fe, porque solamente ahí palparemos la carne adolorida de Cristo”.
“Ojalá querido Enrique, puesto que lo añoramos de verdad, que estos años sean de muchísimo plenitud y de un magisterio fecundísimo; pero me parece, que en su caso y el de cualquier otro Obispo, ese magisterio será relevante, si y sólo si, hay contacto con la realidad, y me parece a mí que el obispo podrá conocerla siempre y sólo de primera mano cuando conoce la realidad de sus sacerdotes, ellos son su principal referente, ese es el espejo donde usted puede ver la realidad total, la globalidad de una diócesis”, afirmó con certeras palabras el fraile predicador.
Finalmente, el Padre Dobles invitó a Mons. Montero a mantenerse firme en su servicio y no vaciar así de contenido su misión con huecas palabras; “sabemos que estos cuatro años han sido difíciles, y digo públicamente que Fray Enrique nunca jamás, ha expresado en medio de sus hermanos de comunidad franciscana un juicio negativo respecto del clero, todo lo contrario, un gran amor, una gran confianza por sus sacerdotes, diríamos que la preocupación que podría tener una madre, un padre, qué enseñándonos a nosotros amar a San Francisco, estamos seguros que está haciendo ahora su mejor esfuerzo para enseñarles a ustedes amar su vocación”, afirmó.
“Pidamos al Señor, que este magisterio de Fray Enrique sea un magisterio relevante, que sea un magisterio eficaz por verás, que nunca se olvide de los pobres. ¡Pobres ellos, los obispos! No lo digo con afán de expresar simplemente una cierta lástima, que todos podemos llegar a sentir por ellos. Porque ¿qué es lo que les llega a los obispo habitualmente? Problemas, preocupaciones, grandes sufrimientos, dolores de cabeza interminables; ya es muy meritorio que un obispo en medio de toda esta debacle de situaciones, porque la realidad es hipercompleja, ya es meritorio que conserve la paz y la alegría. En ese magisterio, sí creemos, monseñor; el magisterio del gozo de servir, la vida puesta al servicio de los demás con alegría, esa es la principal enseñanza y principal verdad, la que brota del Evangelio, sea esa la verdad más profunda de su cátedra”, concluyó su hermano de comunidad Fray Jorge Dobles.