Obispo reflexiona entorno al Plan Diocesano

Mons. Montero inició tratando los principios teológicos del Plan Diocesano de Evangelización, señaló que este documento es eminentemente pastoral, donde no podemos esperar grandes expresiones teológicas, pero si con elementos implícitos y explícitos de teología. Señalando que trabajaría en el capítulo cuarto donde está la iluminación teológica y la espiritualidad del plan, en donde recuerda que “nuestro plan está fuertemente anclado en el Documento de Aparecida, por lo que éste nos servirá como constante punto de referencia… siendo una bendición el ir en la línea de la Iglesia”.

En cuanto a la razón de ser del Plan Diocesano de Evangelización, pidió que se reflexione personalmente en este aspecto y recordó “la necesidad de estar convencido de éste a nivel diocesano y parroquial, ahí se habla de sentar las bases tanto teológicas como prácticas de toda acción evangelizadora pues toda acción requiere un marco referencial que ha de venir de la Palabra-Magisterio y del contexto concreto como realidad social, cultural y religiosa”, indicó.

Señaló “que si la diócesis es una porción del Pueblo de Dios en la que se realiza la Iglesia en su totalidad, necesita clarificar nuestra identidad y expresar unidad, de ahí que el plan apunta a un proyecto común que indique hacia dónde van nuestros esfuerzos; siendo necesario también este plan para saber hacia dónde vamos y en su momento poder evaluar el camino, pues sólo con un plan se podrá asegurar la debida continuidad de un verdadero proceso”, precisó.

En cuanto a los principios teológicos, recordó que el gran principio es Jesucristo origen centro y meta, porque no puede existir otro fundamento que no sea Él, esta primacía está expresada en los numerales 30, 31 y 34 de nuestro plan, con gran desarrollo bíblico en la actitud de Jesús Buen Pastor, asumiendo los criterios y opciones de Él. Esto nos pone el reto “de pasar de un Jesús desencarnado y espiritualizado a un Jesús encarnado tal como nos lo presentan los Evangelios, y partir entonces a una evangelización sobre Él, no tanto en lo que dijo sino primero en las mismas acciones de Él.”

Lo anterior, indica el obispo, nos hace ver que “nuestro pueblo le falta el verdadero sentido e implicación de los sacramentos, porque muchas veces se acercan sólo por cierto interés y que lleva al divorcio de fe y vida, como por ejemplo entre fe y compromiso social”, entre otros. El gran reto, dice monseñor, es lograr una “experiencia fundamental que sustente nuestra vida, que nos llama a la conversión y que nos invita a asumir sus mismos sentimientos y compromisos… esto explica por qué el mundo religioso de nuestra gente está lleno de creencias populares de supersticiones, de espiritismos y de otros fenómenos.”

Como resonancia a la exposición, Mons. Barrantes indica que ya el papa emérito Benedicto XVI dijo que es necesario el encuentro con la persona de Jesús y no de meros sentimientos; ante esto, dice que “le preocupa que nuestra gente sigue queriendo el camino extraordinario y no el camino ordinario; y yo prefiero la pista de la Iglesia, de los sacramentos y no el camino fácil de lo extraordinario”, precisó con su estilo sencillo y directo.

El mismo plan, recuerda Mons. Montero, exigirá a la parroquia asumir las opciones de Jesús como forma de manifestar que somos una diócesis cristianamente comprometida, razón por la cual presenta cinco opciones que según su juicio, estarían implícitas; a saber: “el primado absoluto como Padre obedeciendo a Dios antes que a los hombres (Lc 2, 41-52), poner al otro en primer lugar (Jn 2, 1-12), no aceptar la gloria de los hombres (Lc 4, 16-30), no lucrar con la religión (Mc 11, 15-19; Jn 2, 13-22), y salvar la vida perdiéndola por el Reino (Mt 26, 36-46).” Todo esto nos hace preguntar “¿dónde está Dios, en qué lugar está en tu vida, es el principio rector de tu historia? Por eso debemos pasar del abstracto e idea a una vivencia y práctica”. Indicando que estas opciones que ha puntualizado, han de ser tocadas en nuestras predicaciones, pero son temas que casi nunca se tocan y siguen siendo reto para nosotros.

También hizo énfasis al paso de la vida privada a la vida pública de Jesús, recordando que “su vida privada fue una vida ordinaria y tranquila, pero al pasar a la vida pública fue cuando experimentó todo el sufrimiento hasta llevarlo a la muerte; esto nos hace pensar que gran paso da Jesús al hacer la voluntad del Padre y de ahí el drama de este paso, y esto implica sacrificio”; realidad que también debemos trabajar nosotros.

Recuerda que “Jesús en el Getsemaní tomó la opción, entró en crisis, clamó al Padre si era posible que lo liberara, ahí está descrito el más terrible drama que vive, donde el drama no era al sacrificio al que se iba a someter, sino entender la voluntad del Padre, pero llega a entender que es la voluntad y la acepta entregándose a sí mismo”, por eso se muestra con convicción y fuerzas cuando comunica a los suyos que se acerca el enemigo.

El segundo principio teológico sería la Iglesia como Sacramento Universal de salvación, recuerda que “la Iglesia es una realidad dinámica, profundamente comprometida en el proceso evangelizador, con una conciencia de clara de ser una Iglesia en salida, de ahí que estemos en el camino de tomar opciones y ésta será de pasar a ser parroquias verdaderamente misioneras”; para eso, insistió que se requiere un proceso paciente y arduo con sus etapas debidamente estipuladas.

Otro principio sería “el Reino de Dios y su dinámica transformadora, pues aunque no hay muchas citas explícitas, si se nota en el conjunto de su propuesta evangelizadora”, indicó el obispo diocesano en su exposición. “La evangelización es auténtica cuando Jesucristo es el centro y se asumen sus opciones como nuestras… que nos implica en buscar en todo la instauración del Reino de Dios luchando diariamente por la verdad, la justicia, la paz y el amor, como nos lo recuerda el numeral 35 del Plan”, precisó. Lamentó que la catequesis no insista en estos aspectos desde nuestra niñez; pues la misma historia nos recuerda esta falta ante tantas injusticias, faltas a la verdad, denigración de personas y odios.

El cuarto principio es la historia como lugar teológico, “mira el pasado como base del presente y del futuro, un pasado sin el cual sería imposible ser hoy lo que somos, entendiendo este camino como un proceso”, indicó el obispo diocesano. Por eso es importante conservar viva y poner por escrito la memoria de aquellos hombres y mujeres, sacerdotes y laicos que hayan brillado por su testimonio; recordando que esta diócesis buscará construir comunidades acogedoras y solidarias.

El último principio será la diócesis y la parroquia como referencia concreta, pues todos estos principios se harán funcionar en este lugar concreto, desarrollando un papel irremplazable en el desarrollo e implementación de los procesos de forma orgánica, con las estructuras necesarias, y donde se hace necesario la evaluación.

Finalmente, miró la espiritualidad del Buen Pastor que “no es sólo un principio teológico, sino que unifica todo lo demás, siendo el espíritu con que debe ser vivido todo el proceso evangelizador; y para ello: primero, no debemos apropiarnos de la autoridad porque somos enviados y no actuamos en nombre propio; segundo, conocer a las ovejas; tercero, no ser ladrones y salteadores; cuarto, ir delante de las ovejas o como dice el papa al lado o detrás según lo implique la realidad; quinto, dar la vida por las ovejas que es una de las implicaciones más fuertes; sexto, no ser simplemente un asalariado; y por último preocuparse por las que quedan fuera», precisó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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