Este sábado 26 de enero, el Papa Francisco consagró el altar de la Catedral Basílica Santa María La Antigua en Panamá, que es la primera catedral de tierra firme. Durante la celebración, se colocaron reliquias de algunos de los Santos Patronos de la JMJ, a saber: Santa Rosa de Lima, San Arnulfo Romero, San Martín de Porres y San Juan Pablo II.
Esta Catedral ubicada en el Casco Antiguo de Panamá es la Sede Episcopal de esta Arquidiócesis. La historia señala que está construcción inició en 1608, y aunque las labores concluyeron en 1716 se consagró hasta 1796. En el 2014 la Congregación por el Culto Divino y la “Disciplina de los Sacramentos” le confirió a la catedral al rango de Basílica Menor. Así, con la celebración de hoy, esta Catedral es la primera Catedral en América cuyo altar es consagrado por un Sumo Pontífice.
Durante la homilía, Francisco regaló un bello mensaje a partir del texto evangélico que presenta el encuentro de Jesús cansado de caminar junto a la Samaritana que está en el pozo, al respecto dijo: «es relativamente fácil para nuestra imaginación, compulsivamente productivista, contemplar y entrar en comunión con la actividad del Señor, pero no siempre sabemos o podemos contemplar y acompañar las “fatigas del Señor”, como si esto no fuera cosa de Dios. El Señor se fatigó y en esa fatiga encuentran espacio tantos cansancios de nuestros pueblos y de nuestra gente, de nuestras comunidades y de todos los que están cansados y agobiados».
El Papa afirmó que en cada situación dificil que provoca dolor en la vida de los consagrados «sentimos la necesidad urgente de encontrar un pozo que pueda calmar y saciar la sed y el
cansancio del camino. Todas reclaman, como grito silencioso, un pozo desde donde volver a empezar».
En medio de este reto de vida, hay «una tentación que podríamos llamar el cansancio de la esperanza. Ese cansancio que surge cuando ―como en el evangelio― el sol cae como plomo y vuelve fastidiosas las horas, y lo hace con una intensidad tal que no deja avanzar ni mirar hacia adelante. Como si todo se volviera confuso», precisó el Vicario de Cristo.
Y agregó: «el cansancio de la esperanza nace al constatar una Iglesia herida por su pecado y que tantas veces no ha sabido escuchar tantos gritos en el que se escondía el grito del Maestro: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).
Así podemos acostumbrarnos a vivir con una esperanza cansada frente al futuro incierto y
desconocido».
Una palabra profunda, tuvo el sucesor de Pedro para explicitar las fatigas que hoy agobian nuestra entrega, «las fatigas del camino acontecen y se hacen sentir. Gusten o no gusten están, y es bueno tener la misma valentía que tuvo el Maestro para decir: «dame de beber»», afirmó Francisco.
Como la Samaritana, estamos llamados a saber que «no cualquier palabra puede ayudar a recuperar las fuerzas y la profecía en la misión»; por eso: «dame de beber es lo que pide el Señor y es lo que nos pide que digamos. Al decirlo, le abrimos la puerta a nuestra cansada esperanza para volver sin miedo al pozo fundante del primer amor, cuando Jesús pasó por nuestro camino, nos miró con misericordia, nos pidió seguirlo; al decirlo recuperamos la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los nuestros, el momento en que nos hizo sentir que
nos amaba y no solo de manera personal sino también como comunidad», indicó el Vicario de Cristo.
Y prosiguió: «dame de beber significa animarse a dejarse purificar y rescatar la parte más auténtica de nuestros carismas fundantes ―que no solo se reducen a la vida religiosa sino a la Iglesia toda― y ver de qué forma se pueden expresar hoy. Se trata no solo de mirar con agradecimiento el pasado sino de ir en búsqueda de las raíces de su inspiración y dejar que resuenen nuevamente con fuerza entre nosotros».
“Dame de beber significa reconocer que necesitamos que el Espíritu nos transforme en hombres y mujeres memoriosos de un paso, del paso salvífico de Dios. Y con confianza, así como lo hizo ayer, lo seguirá haciendo mañana: «ir a las raíces nos ayuda sin lugar a dudas a vivir el presente, sin miedo. Tenemos necesidad de vivir sin miedo respondiendo a la vida con la pasión de estar empeñados con la historia,
inmersos en las cosas. Con pasión de enamorados». La esperanza cansada será sanada y gozará de esa «particular fatiga del corazón» cuando no tema volver al lugar del primer amor y logre encontrar, en las periferias y desafíos que hoy se nos presentan», afirmó con vehemencia el Papa.
Finalmente, refiriéndose a la Dedicación del Altar de la Catedral, dijo que este no era un acontecimiento menor, ya que este lugar nos recuerda «el paso de los años, como fiel testigo de la historia de este pueblo… Una Catedral española, india y afroamericana se vuelve así Catedral panameña, de los de ayer pero también de los de hoy que la han hecho posible. Ya no pertenece solo al pasado, sino que es belleza del presente… no nos dejemos robar la belleza que hemos heredado de nuestros padres, que ella sea la raíz viva y fecunda que nos ayude a seguir haciendo bella y profética la historia de salvación en estas tierras».