Este jueves sacerdotal, en el contexto del día de inicio de lo que serán las apariciones oficiales del Papa Francisco en la JMJ de Panamá, el Vicario de Cristo agradeció a los obispos que con su encuentro le hacían posible «abrazar y sentirme más cerca de vuestros pueblos, poder hacer míos sus anhelos, también sus desánimos y, sobre todo, esa fe “corajuda” que sabe alentar la esperanza y agilizar la caridad», afirmó.
El Pontífice tuvo también una palabra positiva hacia el SEDAC como organismo de comunión y participación episcopal, que ha dado y sigue dando abundantes frutos. Según su criterio, uno de ellos es San Óscar Romero, porque «su vida y enseñanza son fuente de inspiración para nuestras Iglesias y, de modo particular, para nosotros obispos», indicó.
Al comentar sobre el famoso lema del santo salvadoreño: «sentir con la Iglesia», el Papa indicó que «éste es un legado que puede transformarse en testimonio activo y vivificante para nosotros, también llamados a la entrega martirial en el servicio cotidiano de nuestros pueblos». Este mártir, «nos muestra que el pastor, para buscar y encontrarse con el Señor, debe aprender y escuchar los latidos de su pueblo, percibir “el olor” de los hombres y mujeres de hoy», agregó el humilde Papa.
Francisco también indicó a los obispos que es necesario llevar en las entrañas la kénosis de Cristo, «no tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor. El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas».
Entre los temas que señaló Francisco durante su alocución, dedicó una sentida palabra a la situación de la migración, «muchos de los migrantes tienen rostro joven, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor. En esto no basta solo la denuncia, sino que debemos también anunciar concretamente una “buena noticia”. La Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos, y consoliden los lazos que las migraciones, en el imaginario colectivo, amenazan con romper».
Finalmente, el Papa Francisco recordó a los obispos su misión y tarea de cuidar y apoyar a los sacerdotes; por eso, el Papa dijo a los obispos que se hace necesario preguntarnos: «¿cuánto me afecta la vida de mis curas? ¿cuánto soy capaz de dejarme impactar por lo que viven, por llorar sus dolores, así como festejar y alegrarme con sus alegrías?», acotó.
“En ellos normalmente recae de modo especial la responsabilidad de que este pueblo sea el pueblo de Dios. Ellos están en la línea de fuego. Ellos llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor, están expuestos a un sinfín de situaciones diarias que los pueden dejar más vulnerables y, por tanto, necesitan también de nuestra cercanía, de nuestra comprensión y aliento, ellos necesitan de nuestra paternidad», reflexionó el Papa valorando la misión sacerdotal de los presbíteros.
«Que no se pierda en el obispo la centralidad de la Compasión. La kénosis de Cristo es la expresión máxima de la compasión del Padre. La Iglesia de Cristo es la Iglesia de la compasión, y eso empieza por casa. Siempre es bueno preguntarnos como pastores: ¿cuánto impacta en mí la vida de mis sacerdotes?», añadió el Pontífice a los prelados.
» El obispo tiene que crecer todos los días en la capacidad de dejarse incomodar… Hay muchas cosas que hacemos a diario que deberíamos confiarlas a otros. Lo que no podemos encomendar, en cambio, es la capacidad de escuchar», precisó.
Finalmente dijo, «es importante que el cura encuentre al padre, al pastor en el que “mirarse” y no al administrador que quiere “pasar revista de las tropas. Es fundamental que, los curas perciban en el obispo a un hombre capaz de jugarse y dar la cara por ellos, de sacarlos adelante y ser mano tendida cuando están empantanados. Un hombre de discernimiento que sepa orientar y encontrar caminos concretos y transitables en las distintas encrucijadas de cada historia personal».