Durante la primera misa celebrada por el Papa Francisco en tierra polaca, ha recordado que San Juan Pablo II y Santa Faustina son “canales de amor” a través de los cuales “Dios ha querido conceder dones inestimables a su Iglesia y a la humanidad”. En esta Eucaristía celebrada en el Santuario de Jasna Gora en Czestochowa, ha recordado que “María nos ofrece su cercanía, y nos ayuda a descubrir lo que falta a la plenitud de la vida… como madre de familia, nos quiere proteger a todos juntos”.
La juventud de esta JMJ ha reaccionado con profundo afecto, al escuchar las primeras palabras dirigidas por el Papa Francisco a los jóvenes: “por fin estamos juntos”. Durante este encuentro, el papa ha recordado que “la misericordia tiene siempre un rostro juvenil”, por esta razón señaló que es preciso tener “un corazón misericordioso… capaz de ser un lugar de refugio para aquellos que no tienen un hogar o que lo han perdido”.
No ocultó el tema de la migración, tema que me parece toca nuestra realidad diocesana por todo lo que se ha vivido los meses anteriores con los hermanos transcontinentales; al respecto el papa señaló que es preciso un rostro que acoja a los que se han visto obligados a emigrar, aquí es preciso practicar la compasión que nos haga capaces de “compartir su pan con los hambrientos, refugiados y migrantes”, puntualizó.
El papa recalcó que se hace preciso “lanzarnos a la aventura de la misericordia; lanzarnos a la aventura de la construcción de puentes y derribar muros, barreras y alambre de púas; lanzarnos a la aventura de ayudar a los pobres, los que se sienten solos y abandonados, o que ya no encuentran sentido a sus vidas”.
Ante esto, dijo a los jóvenes “me preocupa cuando veo a los jóvenes que han tirado la toalla antes de que el juego haya comenzado incluso… no nos dejemos robar nuestra energía”.