El pasado sábado 28 de enero, la comunidad parroquial del Patriarca San José de Fila Guinea representada en unas doscientas personas, recibió con mucha alegría a su nuevo párroco, el Padre Héctor Artola Quiñónez; quien hasta ahora, servía como párroco en Río Claro. Como dato histórico curioso, es la segunda vez que el Padre Artola recibe esta parroquia en calidad de párroco.
Durante la homilía, Mons. Fray Gabriel Enrique Montero recordó que esta celebración tiene sus particularidades que nos hablan de la llegada de un nuevo párroco, e insistió que una parroquia en condiciones ideales pocas veces existe desde el punto de vista humano, “un párroco, una parroquia es lo que es, con sus capacidades y limitaciones”; por eso, debemos encontrar en la Palabra de Dios la voluntad de lo que Él quiere de nosotros.
“El Señor lo que quiere es que el Padre Héctor, como nuevo párroco, trate de inspirar en ustedes ese Espíritu del evangelio que nos hablan las lecturas de hoy; las bienaventuranzas, es el espíritu que Dios quiere que todos tengamos como comunidad cristiana. Por tanto, el Padre Héctor no viene primero a construir edificaciones, su primera obligación y misión es inspirar en ustedes el espíritu del evangelio, viene hacer entre ustedes la presencia de nuestro Señor Jesucristo, tratando de imitarlo lo más posible como Buen Pastor, incluso en medio de todas sus limitaciones”, precisó el obispo.
El párroco, dijo Mons. Montero, es colocado en la comunidad “para que trate de formar ese pueblo, para que trate de caminar con ese pueblo, para que trate de conocer a ese pueblo, para que le enseñe la Palabra de Dios y hacer que la Palabra sea conocida en todos los hogares, en todas partes y de todas las formas posibles”, insistió con marcado espíritu paternal durante su predicación.
El gran reto será “crear una comunidad de comunidades, que la gente pueda involucrarse en trabajos conjuntos, que puedan orar juntos y en paz, que juntos aprendamos a caminar como cristianos, que juntos nos ayudemos a superar nuestras mismas debilidades; ese es el trabajo del párroco, crear comunión, jamás la división”, indicó el obispo.
Al finalizar la Eucaristía, el Padre Héctor Artola se dirigió a los presentes, a quienes dijo: “el por qué estoy acá con ustedes en el camino de la fe y de la Eucaristía solo Dios, el Espíritu Santo y el obispo lo sabrá; considero señor obispo, que a las filiales que he asistido, he percibido que no hay penumbras ni sombras, he visto disponibilidad, y eso es providencia divina; ante la homilía y los señalamientos del nombramiento, obediencia fundamentada en Cristo Jesús, así yo obedezco al señor obispo; servir bajo la guía del Espíritu Santo y promover entre los fieles laicos los dones para que la Iglesia sea un recinto de humildad, de amor, justicia y paz para que todos encontremos un motivo para seguir esperando (como dice una quinta plegaria), ustedes y yo tenemos que ser motivo de fe, esperanza y caridad entre los hermanos; así como a todo párroco se le pide claridad en todos los libros parroquiales, así también en el libro de la vida tenemos que ser claros nosotros, así, pido que si hay un laico o grupo que quiere hacer algo en nombre de la parroquia tiene que informar de lo recaudado, si hay orden está Dios, porque cuentas claras corrección fraterna”.
Su intervención la concluyó de manera muy emotiva con las siguientes palabras: “mi querida comunidad, las filiales y aquí el centro, me han recibido muy bien, yo se los agradezco; no perdamos el tiempo, el diario de la vida es tan corto para que usted y yo vivamos del pasado, hay que vivir del presente; todos tenemos nuestra calamidades, pero también tenemos nuestras virtudes, el párroco ideal no existe, y la parroquia ideal no existe; existimos dones vivos del Señor, hagamos del Espíritu de las Bienaventuranzas nuestro taller espiritual y dejemos del año de la Misericordia nuestro lema de ahora en adelante: Misericordiosos como el Padre”.