(Fotografía del vídeo transmitido por Parroquia San Isidro Labrador)
Al ser las 10:00 am, ha dado inicio la Solemne Eucaristía en Honor a San Isidro Labrador, patrono de toda la Diócesis y de la parroquia de Catedral, ubicada en la ciudad de San Isidro de El General, en Pérez Zeledón.
En esta oportunidad, en la celebración presidida por Mons. Hugo Barrantes Ureña, arzobispo emérito de San José e hijo de esta tierra generaleña, recordó durante la homilía que es un día de alegría, no sólo por los recuerdos que le embargan de toda su vida, siendo éste el templo donde recibió todos los sacramentos, sino también por estar como hermanos en la fe, celebrando al santo patrono.
Al referirse a San Isidro, precisó: “en cualquier estado y situación nace la santidad […]; su condición es de vida campesina, no es un extraterrestre, sino un ser humano de carne y hueso, que tomó en serio el evangelio e hizo el firme propósito de vivir según las enseñanzas bíblicas […], y estaba convencido que para amar a Dios hay que amar al prójimo, ofreciendo amor y perdón, practicando la justicia”.
Con el Evangelio del día, “la vida de San Isidro, fue una vida construida sobre roca, le hacía sentirse seguro estar en las manos de Dios […]; las manos en el arado y su corazón en Dios; así, es modelo para todos nosotros”, agregó el prelado.
Al recordar las titánicas misiones emprendidas en estas tierras por parte de los sacerdotes alemanes a inicios del siglo pasado, recordó que la historia marca y debe marcar el fuerte, intenso y comprometido trabajo misionero que desde la Parroquia de San Isidro se realiza, pues “aunque los retos pastorales tienen otra cara, la Iglesia es misionera y Dios quiere que todos se salven y participemos de la redención por medio de la acción de la Iglesia”, afirmó Barrantes.
Para lograr esta misión, y citando al Papa Francisco en reiteradas ocasiones, Mons. Hugo puntualizó que es preciso “meterse en el agua profunda sin miedo […], siendo vital el salir a anunciar a Jesús, con creatividad”; a lo que agregó: “de poco sirven los grupos cerrados, la Buena Noticia que se ha recibido hay que llevarla a los demás; pastores y fieles debemos sentirnos corresponsables”.
Finalmente, desembocando toda esta acción eclesial en la misma vida, y recordando las enseñanzas del Papa emérito Benedicto XVI, precisó que “el ejercicio de la caridad es tan importante como el anuncio de la Palabra y la celebración de la Liturgia; sigue siendo cierto que, la fe sin obras es fe muerta” Por tanto, “los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo; no olvidemos que seremos juzgados en el amor, porque cada cristiano es guardián del hermano”, precisó el arzobispo emérito.
De ahí que “la parroquia tiene que ser samaritana, en vez de pasar de largo se acerque al dolor de su pueblo […] Ese momento de la misericordia, lo estamos viviendo. La crisis mundial causada por la pandemia del Covid-19, es el momento para reactivar la misericordia, no podemos cerrar los ojos para no ver cómo la pobreza y la desigualdad están creciendo […]; este, es un momento para abrir los ojos y el corazón”, acotó.
Por tanto, hizo un llamado a que lo social no sea algo exclusivo de la Pastoral Social, “todos debemos abrir los ojos para ver la comunidad, donde están los pobres está Jesús. Esta emergencia exige la mano tendida de la Iglesia, la mano abierta de la parroquia; olvidar los pobres será traicionar a Cristo”. Misericordia que también se complementa, con el llamado que hizo “al compromiso personal de recibir la vacuna y de cumplir fielmente con los protocolos sanitarios”.