Durante la Visita Pastoral que realiza a la Parroquia San Pedro Apóstol de Buenos Aires de Puntarenas, Mons. Montero ha dedicado tiempo para referirse a la contrastante y delicada realidad diocesana en la cual Dios le ha puesto como pastor. Una de esas realidades es precisamente la atención a la comunidad indígena, quienes están presentes particularmente en las parroquias de Golfito, Río Claro, San Vito, Boruca, Pejibaye y Buenos Aires.
El reto pastoral y evangelizador es grande, ya desde hace varios años la diócesis se ha preocupado por ofrecer un acercamiento a estos pueblos, con el deseo de comprender su cultura y sus creencias, al mismo tiempo que ir mostrando los principios teológicos cristianos en un lento pero edificante proceso de interacción cultural y espiritual. El aporte realizado por los Vicarios de la Pastoral Indígena y particularmente por las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena o mejor conocidas como Hermanas Lauritas, es sin duda invaluable; conocer sus ritos propios e irlos integrando en la vivencia de la fe, ha sido y es uno de los muchos proyectos que se realizan, propiciando la cercanía y el cuidado de la Iglesia.
Pero esta Visita Pastoral, ha servido para que el mismo obispo pueda estar cerca de las comunidades indígenas, escuchando sus preocupaciones y tocando la realidad del modo más palpable y directo; no titubea en señalar Mons. Montero que uno de los temas tratados es “el problema de las tierras, ese tremendo conflicto que se ha creado, con quienes han tratado de implementar una ley indígena, supuestamente a favor de los indígenas, pero que están causando gran división y mucha violencia por otra parte”.
Monseñor tiene claro que la Iglesia debe estar presente con una voz y ha de ser apoyo de los débiles, pero reconoce al mismo tiempo que la situación es compleja, razón por la cual ha dedicado tiempo para investigar y acercarse a la realidad; “es sumamente compleja… porque hay un mentón de fuerzas interactuando, grupos e intereses, y visiones ideológicas muy contrastantes y hasta de grupos étnicos muy diversos que no todos tienen la misma posición, no se trata de un conflicto entre blancos contra indígenas e indígenas contra blancos, lejos de ser eso, es un problema mucho más complejo”, precisó.
Estos encuentros sostenidos en Visita Pastoral, dejan claro el panorama, gracias al experto en Derecho Internacional Indígena, puedo comprender “que todo esto tiene relación con movimientos internacionales ligados a grupos nacionales un tanto extremistas, seguramente con muy buenas intenciones, luchando por la causa de los indígenas (entre comillas), sin darse cuenta que en buena parte, a mi parecer, se están engañando”. Convirtiéndose en una fuerza de poderes y luchas, cada uno con sus criterios y sin la atención requerida.
Ante esa situación que se vive en los territorios indígenas, y como fruto de este acercamiento que se logró en la Visita Pastoral, pero que se viene gestando con un estudio y análisis ya desde hace mucho tiempo atrás; monseñor es claro en señalar con voz profética, que ante la situación compleja que se vive “se está creando una situación peligrosa, estamos ante una situación de gran tensión social, de encuentro muy fuerte entre ciertos grupos y tendencias que están más bien redundando en daño para los grupos indígenas, como también para el resto de la población, en este caso, la no indígena”.
Con firmeza señala que “seguramente con muy buena voluntad, ha habido muchas manos que se han metido, que vienen de fuera, que a mi parecer no entienden y hasta ahora no han entendido la situación”. Ante esto, hace referencia que algunos creen estar luchando por los derechos indígenas, para que estos recobren su cultura y tierras, podrían estarlo haciendo con buena intención, “pero para lograr eso están aceptando que se desaloje violentamente a los no indígenas que están en tierras indígenas”, ante esa realidad monseñor recuerda que es preciso tener claro que esas personas por décadas han hecho su vida ahí y tienen su familia y bienes y eso debe tomarse en cuenta, “no se puede aplicar una ley así tajante y decir como dice la ley del 77 de aquí tienen que salir todos los blancos porque esto es territorio indígena, eso es una miopía, una total miopía”, indicó.
Afirma Mons. Montero, que la ley del 77, desde que la conoció está “totalmente seguro que debe ser cambiada”, porque está creando una división que cataloga de “horrible”, ya que los mismos grupos indígenas están mezclados, y sin obviar que estos pueblos han perdido cultura, tierras y otras realidades, cosa que no niega; también se tiene que decir que han sido grupos descuidados por todos, incluso por el mismo gobierno.
Esa pérdida no da pie “a que en nombre de una causa indígena, estén luchando por desalojar a todo el que está allí y que no es indígena, donde muchos de los cuales no son blancos sino indígenas mezclados, cómo van a dividir familias, cómo se va a distinguir quién es quién, y aunque lo logren que hará Costa Rica con grupos indígenas de nuevo reducidos a los propios guetos”. Señala Mons. Montero, que esto lo único que causaría sería una Costa Rica con población dividida y no debidamente integrada, donde lo interesante es que “se integren al resto del país como indígenas con toda su cultura y desarrollo, pero primero de una forma pacífica e segundo integrándose”.
Con claridad, afirma que la ley lo único que está llevando es a meterse en su propio gueto y el hecho de cómo recobrar las tierras debería analizarse porque “muchas veces es para hacer nada, porque son tierras baldías que no están siendo usadas para nada”, de ahí que la manera como se está abordando, según su parecer, ha sido errónea. El camino de la reivindicación de tierras, en la supuesta causa indígena, pero en contra de poblaciones que ya viven ahí, con desalojos a la fuerza no es el camino, indicó el obispo; porque la misma ley habla de indemnización en tales casos, pero lo que se quiere es sacarles a la fuerza y ese nunca será el camino…, al respecto, recordó cómo hay lugares donde los pobladores están siendo amenazados continuamente, siendo poblados donde incluso no hay un solo indígena.
Para terminar, reconoció que tanto la Iglesia como él están limitados, la Iglesia misma desafortunadamente no ha tenido un rol más fuerte a lo largo de los años, pero si manifestó estar dispuesto a facilitar el diálogo y los encuentros para buscar salidas. Finalmente, dijo lamentar profundamente lo que pasa en estas poblaciones.